El costo que paga el organismo por estar adaptándose por mucho tiempo a situaciones para las cuales no viene preparado puede ser muy alto. La situación económica, física y social de la pandemia por covid-19 está causando un aumento en la cardiomiopatía inducida por el estrés, también conocida como el síndrome del corazón roto, según reportan médicos en todo el mundo.
El doctor Luis Aguinaga, vicepresidente de la Federación Argentina de Cardiología, contó que Tucumán no escapa de esa realidad. “Los factores de riesgo cardiovascular están fuertemente influenciados por la cuarentena. Estas restricciones influyen en los estilos de vida; se asocian con depresión, ira y enfermedades crónicas”, señaló.
Entre los factores más estresantes incluyó: una mayor duración de la cuarentena, frustración, aburrimiento, alimentación inadecuada, falta de actividad física, pérdidas económicas y estigma. Además, durante el brote, las personas tienen miedo de enfermarse o a morir. “Todos estos sentimientos negativos están asociados con inflamación sistémica y disfunción endotelial, con potencial impacto negativo en la patología cardiovascular”, precisó. Y añadió que un porcentaje importante de infartos de miocardio están precedidos por algún tipo de estrés.
“Hechos como la pandemia que estamos viviendo pueden provocar la aparición de estrés colectivo entre la población. La activación del sistema simpático influye en el sistema cardiovascular de varias formas: aumenta la frecuencia cardíaca y la contractibilidad ventricular; se incrementa la presión arterial, la resistencia sistémica y coronaria y el riesgo de arritmias; y promueven además la formación de trombos”, destacó.
“Por otro lado, el estrés agudo o crónico influye negativamente en hábitos nutricionales como el consumo de alcohol, tabaquismo y dieta. Algunas personas responden al estrés comiendo más alimentos con alto contenido de azúcar y grasa y bebiendo alcohol, en un intento por sentirse mejor. Se suma la falta de apoyo emocional por parte de amigos y familiares” concluyó.